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Carlos Pérez
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"Cuando la realidad se vuelve irresistible, la ficción es un refugio. Refugio de tristes, nostálgicos y soñadores"

Mario Vargas Llosa

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MICRORRELATO: "Una receta de muerte"

miércoles, 29 de diciembre de 2010


Estoy totalmente segura que no ha probado algo así antes. A mí me gusta ser flexible con las recetas. Si hay algún ingrediente que no me da al ojo, lo cambio por otro y fin del problema. Después de este guiso, mi Romeo no volverá a ser el mismo. Hoy he querido arriesgarme un poco. Fruto de su particular cortesía, mi Romero siempre me está recordando que mis guisos son monótonos, insípidos e inapetentes. Normalmente, no llega a los postres y si fuera griego, se comprendería mejor su costumbre de estampar los platos donde le place. Pero, sin duda, hoy, mi Romeo se rendirá a mis pies cuando pruebe este manjar que debe estar de muerte. Basta con un poquito de caldo de verduras, dos berenjenas, mantequilla, cuatro chuletitas de cordero lechal, nata, sal y, como no, algún condimento. En mi caso, he decidido sustituir el azafrán por un ingrediente que, como buen chef, no puedo revelar.
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MICRORRELATO: "Homo Digitalis"

viernes, 24 de diciembre de 2010


D tdo corazon,ls dseams 1feliz navidad y 1prospro año nuev.ojala se cumplan tods vuestrs deseos.spramos q l niñ st ok.St año ns s imposibl ir a Blen,asi q ls hms colocado l incienso,l oro y la mirra en eBay.1abrzo de part d los 3.
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MICRORRELATO: "ÚLTIMA PALABRA"

martes, 21 de diciembre de 2010


Su vida estuvo dedicada a la investigación científica. En su haber, centenares de pruebas empíricas pioneras en diversos campos del conocimiento. Libretas llenas de cálculos matemáticos, de casos hipotéticos, la mayoría constatados. Su legado, todo un culto a la razón. Pensamientos que escrutaron los límites del intelecto y despreciaron cualquier creencia religiosa. Solo mente y voluntad. Nada de postulados indemostrables e ideas abstractas. Una vida que ahora ve pasar ante sus ojos en milésimas de segundo. Mientras su coche gira en el aire, solo le da tiempo de pronunciar una palabra.
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MICRORRELATO: "Año 9458"

sábado, 11 de diciembre de 2010


Cuenta la leyenda que primero empezaron por buscar cuerpos enterrados que recordaban una época horrible. Eliminaron nombres, símbolos, monumentos. Más adelante, se obsesionaron con borrar datos, referencias, libros, fotos. Dicen que este modo de actuar se extendió a otras poblaciones. Incluso, algunos creen que bajo este centro comercial flotante, en tiempo remoto, existieron unas minúsculas pirámides.
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MICRORRELATO: "Como antes, Lily Marleen"

miércoles, 8 de diciembre de 2010


Don Ramón no podía creer tanta mala suerte. Con todo el espacio que había en el cielo y le fue a tocar compartir planta con Marlene Dietrich. Odiaba que se pasara el día tarareando “Lily Marleen”. Ya había tenido suficiente y esto era más propio del purgatorio, le decía una y otra vez a San Pedro, el cual no comprendía sus quejas. Mientras, en la tierra, le rogaban al hijo de Don Ramón que continuara con el oficio de su padre. Los veranos se hacían muy duros en el pueblo. Más aún sin esas deliciosas tarrinas del carrito de los helados.
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MICRORRELATO: "Fin"

domingo, 28 de noviembre de 2010


El escritor había trazado una historia impecable. Ningún cabo suelto en el devenir de los personajes y la capacidad de sorpresa latente hasta las últimas páginas. Ahora sólo le faltaba plasmar un final antológico. Un cierre magistral que hiciera de aquel manuscrito un Best-Seller. Midiendo al milímetro las frases, fue destripando con nitidez la conclusión que haría al lector clarificar una inmensa maraña de intriga. Sin embargo, las palabras se fueron atropellando, lentamente, en un fortuito final abierto. Nunca se imaginó que moriría al término de su obra póstuma.
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MICRORRELATO: "Metamorfosis"

miércoles, 3 de noviembre de 2010


Hoy me he despertado con un aspecto repugnante. Mis extremidades han crecido y han tomado un color pálido. Mi flácida constitución externa me hace sentir vulnerable. Y ahí sigue ese atronador artilugio vibrando. Su ruido me desquicia. Tengo miedo de volver a incorporarme. Lo que vi era del todo despreciable. Dios mío, ayúdame. He pensado que quizás se trata de una pesadilla. Que podría seguir con los ojos cerrados hasta que todo estuviera como antes. Pero es que no quiero pensar, ni comprender, ni soñar y mucho menos pedir socorro a Dios. Yo sólo quiero volver a ser un insecto.
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MICRORRELATO: "Casas"

martes, 19 de octubre de 2010

Laura y Javier son invitados a visitar la casa de Marisa. Es una desconocida para ellos pero sus dotes de curtida anfitriona les hipnotizan. Recorren parsimoniosamente pasillos, salones, terrazas… “Esta es la zona chill-out” –comenta Marisa mientras Laura y Javier no quitan la mirada de una palmera enorme cuyo tronco atraviesa las cuatro plantas del edificio. Desde allí arriba las vistas cortan la respiración. Han perdido la cuenta de las puertas que ha abierto Marisa hasta llegar a la azotea y piensan que necesitarían un mapa para salir de allí solos. “Estos muebles son el último grito en oriente. Traje un container lleno desde el sur de Sumatra” –indica Marisa mientras se sienta en un sillón de piel y cruza las piernas elegantemente. Javier mira su reloj. Mañana ha de levantarse de nuevo temprano para probar suerte. No todos los días el patrón lo elige para ir a trabajar. Apagan la tele y la casa de Marisa se diluye entre humedades y muebles apolillados.
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MICRORRELATO: "Días huérfanos"

miércoles, 6 de octubre de 2010

Claro, para ti es muy fácil decirlo. Tú, que tienes los días resueltos. Que tarareas cualquier dulce melodía mientras preparas el desayuno. Que estás llena de vitalidad a pesar de esas detestables nubes grises y este insistente frío. “Pero hombre, alegra esa cara”, me dices golpeándome el alma con tu sonrisa. No entiendes nada. No tienes ni la más remota idea de mi vacío existencial. “Piensa que esta noche nos toca ir al super”, me recuerdas en un desafortunado intento de motivación, antes de cerrar la puerta. Y aquí me quedo yo, una vez más, solo. Perdido en esta maldita semana huérfana. Sin fútbol. Sin toros.
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MICRORRELATO: "Abdourakhane"

jueves, 16 de septiembre de 2010

De nuevo todas esas miradas llenas de ira acribillándome. Otra vez los insultos, las amenazas, la furia con la que me gritan que regrese a mi país. Intento que nada me intimide. El ensordecedor bullicio se intensifica con cada paso. “¡Fuera, fuera, negro de mierda” –logro escuchar con claridad, mientras me rozan algunos salivazos. Me muevo como una liebre atemorizada. Quisiera escapar de aquí pero no puedo, no debo. Corro al borde de la extenuación y salto queriendo alcanzar el cielo. Caigo al suelo y por un momento creo que me voy a desmayar. Me levanto aturdido y veo, entre una marea de abrazos, a todo el mundo puesto en pie. Agitan pañuelos blancos. “Abdourakhane, Abdourakhane”” –corean con cierta dificultad. Ha debido ser un gran gol.
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MICRORRELATO: "Cosas de niños" (1)

lunes, 6 de septiembre de 2010

Hoy la profe nos ha enseñado que nosotros, las personas, cuando empezamos a vivir en este mundo, éramos monos y chimpancés. Lo que no comprendo es por qué entonces Eva no prefirió comer un plátano.
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MICRORRELATO: "Minuto de gloria"

miércoles, 25 de agosto de 2010

Mientras subía al estrado para recoger el premio, recorrió con sus manos temblorosas todos los bolsillos de la chaqueta, camisa y pantalón. Repitió el gesto en diferente orden, cada vez más torpemente. El minuto de agradecimientos se consumía y no encontraba la nota de ocho líneas que le había llevado un mes redactar. Frente al micrófono bajó los brazos en acto de rendición. “He de disculparme porque me hubiese gustado invitarles a cenar pero creo que he perdido la cartera”.
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MICRORRELATO: "Gusanillo por la lectura"

miércoles, 11 de agosto de 2010

Me sorprendió su amor por las letras. Tan pequeñito y allí lo encontré, recorriendo lentamente las páginas de “El Quijote”, silueteando cada palabra y deteniéndose entre líneas, como si quisiera reflexionar las parábolas del ingenioso hidalgo. Tuve que hacer de tripas corazón para acabar con el bibliófilo intruso en mi colección de miniaturas.
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MICRORRELATO: "Mientras está en rojo"

sábado, 24 de julio de 2010

Como siempre, salgo del garaje y giro en el primer cruce a la izquierda, sigo recto y llego hasta el semáforo que está en rojo. Voy mal de tiempo. La escasa luz alumbra levemente ese enorme y sempiterno cartel propagandístico, a pesar de sus innumerables rasgaduras. Han pasado tres años desde las últimas elecciones y parece que nadie quiere cambiarlo. Todas las mañanas leo como un autómata el premonitorio lema electoral que subraya una aborrecedora sonrisa. “Nosotros pensamos en ti” –fue el mensaje con el que ese tipo ganó mi voto. Hoy día, luce sus palabras descoloridas y la primera persona del plural se ha convertido en un separatista adverbio de negación.
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MICRORRELATO: "Test"

domingo, 11 de julio de 2010

Aquí estoy frente al test más importante de mi vida. La verdad, no veo suficiente capacitación en mí, apenas he estudiado sobre este tema. Algunos de mis amigos me han dicho que la vida es muy dura ya como para estar sobrecargándola. Que porqué quiero complicarla voluntariamente, que esto requiere mucho sacrificio. Lo cierto es que la primera parte del test ya está superada. Espero impaciente el resultado definitivo pero no se hace de rogar. Mi marido ha venido a abrazarme. Aun no lo creo pero entre él y yo hay una nueva vida. Ha aparecido la segunda raya color violeta.
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MICRORRELATO: "Versus"

lunes, 5 de julio de 2010


El gran campeón de ajedrez lo vio claro. Era lo que pretendía desde que inició su letal estrategia. En su última partida, antes de retirarse, quiso enfrentarse a sí mismo. Las piezas guiadas por su mano dibujaron un camino magistral. Nadie, incluido su adversario, intuyó que se había dejado ganar.
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MICRORRELATO: "Escaparates"

jueves, 24 de junio de 2010

“Gepeto”, lo llaman cariñosamente sus amigos y quienes le compran mercancía. Es de los pocos que elabora maniquíes a mano con espuma de polietileno. Algunas tiendas de ropa exhiben en sus escaparates obras de “Gepeto” que maravillan a los viandantes por su extremo realismo. Como las de la calle Damstraat, en Ámsterdam, que han permanecido rigurosamente a la moda durante ocho años. Llama la atención, sin embargo, que desde hace algunos días, luzcan prendas tan estrafalarias y vulgares. Pero esto no es lo más desconcertante. Tras un cristal que conserva restos de carteles con la palabra “liquidación” en varios idiomas, dos de sus obras parecen haber cobrado vida.
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MICRORRELATO: "Escapatoria laboral"

miércoles, 16 de junio de 2010

Desde siempre te han gustado las plantas. Cuando eras tan solo una niña acompañabas a tu abuelo a la huerta para la siembra. Te encantaba la forma ondulada que tenían las hojas de las coles, competías en estatura con el maíz y trepabas por los manzanos para respirar hondo su aroma. Pasaron los años y estudiaste Botánica. Realizaste tu tesis sobre los procesos fotosintéticos de la laurisilva canaria sorprendiendo a propios y a extraños. En estos momentos, estás ante una nueva puerta, currículum en mano. En él, ni una línea sobre tu pasión por las plantas. Ninguna referencia a tu intachable formación académica. A punto de pasar el umbral, le pides a Dios que, al fin, este trabajo sea para ti. Avanzas por el pasillo y preguntas por el jefe.
-Soy yo, ¿en qué puedo ayudarte?

-Vengo por el anuncio que hay en la entrada.

-¿Experiencia en floristerías?
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MICRORRELATO: "Sección de contactos"

jueves, 10 de junio de 2010


Era la primera vez que comparecía formalmente en un juicio. Lucía unas piernas perfectas, desnudas desde la mitad de los muslos, donde moría su falda de diseño italiano. “Ojalá tuviera una personación de estas todos los días” -pensó el juez agudizando tímidamente la vista para escarbar en el vertiginoso escote. “Usted propinó sendas cuchilladas a la víctima. ¿Nos podría decir por qué?” –inquirió el abogado con desdén. “Verá, yo creía que mi cliente había entendido el anuncio del periódico cuando llamó. Señal de que no fue así, fue su furiosa reacción una vez en la cama. Me tuve que defender, ¿comprende? Para cuando llegó la asistencia médica ya había fallecido. Y lo siento mucho, pero era él o yo”. El juez dirigió su incrédula mirada hacia el banco de acusados tras leer el pequeño recuadro en la sección de contactos. “Chic@ atractiv@ y travies@, nuev@ en la ciudad”.
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MICRORRELATO: "Forma y fondo"

sábado, 5 de junio de 2010

En la inauguración de la muestra fotográfica están todos los esperados. Amigos, simpatizantes, críticos y miembros de la prensa. Las bandejas de canapés avanzan entre un mar de cabezas activadas en clave artística de las que surgen apreciaciones vehementes sobre la luz, el color, la profundidad y el enfoque. El autor de las fotos no deja de recibir palmadas en la espalda, halagos y apretones de manos. Sin embargo, hace unos segundos, la visión de un niño esparciendo helado sobre una de sus obras, le ha borrado la sonrisa. Se ha acercado a él para llamarle la atención y, rápidamente, se ha girado su madre pidiendo disculpas atropelladas. Ésta, no deja de limpiar el vinilo con un Kleenex y poco a poco, va reapareciendo la imagen. Se trata de un africano más de los que circundan las paredes de la exposición. Famélico, con la mirada hueca y moscas descansando sobre su piel. “Perdone al niño. Estos críos no saben lo que hacen” –dice ahora la mujer.
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MICRORRELATO: "Plato frío"

lunes, 31 de mayo de 2010


Desde que les atendió por primera vez al entrar en el restaurante, Miguel supo que conocía de algo a aquel camarero. Aprovechó el tramo desde la zona de espera hasta la mesa reservada en la terraza para fijarse con detenimiento en sus gestos y forma de hablar. La extrema cortesía y el rigor de su vocabulario, sello distintivo de la casa, hicieron que se perdiera en vagos y contradictorios recuerdos. Ya me vendrá a la memoria, se dijo y cogió las manos de su mujer para dedicarle una sonrisa. Aquel almuerzo lo habían programado para celebrar sus veinticinco años de matrimonio. Sin duda, no era un día para comidas frugales y optaron por platos copiosos, obviando precios. Durante el paseo de la sobremesa, aún conservaban el regusto de la flor de huevo, el tartufo en grasa de oca y los langostinos rebozados con dátiles. Todo servido en plato frío. Sin embargo, Miguel sólo pensaba en la mirada inquietante del camarero al despedirse. Notó un brillo en sus ojos que desprendían cierta malicia. Por la noche, mientras intentaba dormirse, fue cuando logró adivinar de qué lo conocía. Se trataba de Oscar, un viejo compañero del colegio. Aquel muchacho al que le gastaban bromas pesadas todos los días. Miguel volvió a pensar en la flor de huevo, el tartufo en grasa de oca y los langostinos rebozados con dátiles, pero ahora no le parecían tan apetitosos.
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MICRORRELATO: "Prime Time"

martes, 25 de mayo de 2010

Siempre había deseado salir en televisión y que lo vieran miles de personas. De pequeño soñaba con sus cinco minutos de gloria recogiendo un premio entre aclamaciones y aplausos. O siendo entrevistado tras encestar la canasta decisiva que diera la victoria a su equipo. Sin embargo, no eran estos los motivos que lo colocaban frente a la cámara. La gloria se tornó en infierno cuando, después de confesar, notó la sequedad rodeando su garganta. Bajó la cabeza y, en la oscuridad de aquella capucha, supo que tras meses de continuas vejaciones, ya solo le quedaba el último castigo. Un consuelo frío se apoderó de él antes de que la soga se tensara
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MICRORRELATO: "Terror aéreo"

martes, 11 de mayo de 2010

Todas las personas que abarrotaban la cola de embarque dirigieron su mirada a los televisores del aeropuerto cuando el informativo dio la noticia. Eran imágenes terroríficas, sin ningún tipo de escrúpulos y complacientes con el dolor. Propias de un canal amarillista. Cincuenta y siete pasajeros muertos en un accidente de avión del cual se desconocen las causas, era el titular que se podía leer sobreimpresionado en las pantallas. La cola empezó a avanzar lentamente entre una marea de comentarios, mientras observaban el fuselaje del avión siniestrado, partido como una barra de pan. “La probabilidad de morir en accidente aéreo es ridícula, una entre cincuenta y dos millones” –indicó un hombre de corbata y maletín, intentando transmitir serenidad. “Ahora sólo falta que nos pongan Aterriza como puedas durante el vuelo” – añadió un joven entre su grupo de amigos provocándoles una risa desproporcionada. Sólo una persona en aquella hilera humana no lograba camuflar la inquietud. En su rostro había signos de nerviosismo. Sudaba, tenía un tic en el labio superior y repetía, por lo bajini, unas palabras, casi sin mover los labios. Sin embargo, era el único al que la noticia no le había causado ningún sobresalto. Estaba decidido a volar y nunca había temido a la muerte. Durante varios años había soñado con llegar tan lejos.
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MICRORRELATO: "Alzheimer"

miércoles, 5 de mayo de 2010

Ernesto no deja de recibir llamadas, mensajes y correos electrónicos. Camina dejando una estela de Acqua di Gió, nicotina y alquitrán y va vestido como lo requiere su status laboral, de punta en blanco, con una pulcritud extrema y el pelo peinado hacia atrás, petrificado por la gomina. Es una mañana como otra cualquiera. No hay una conversación telefónica en la que deje de mencionar términos como: acción, liquidez, beneficio, vencimiento o capital. Suena nuevamente el móvil y habla a través de sus auriculares bluetooth.

- ¿Quién es?

- Hola, buenos días, ¿Ernesto?

- Sí, soy yo, Buenos Días, ¿quién me llama?

- Mi nombre es Gemma, le llamo de la Residencia San Ignacio.

- ¿De dónde, perdón?

- De la Residencia San Ignacio. Quería decirle que su padre últimamente ha experimentado algunas mejorías y hemos pensado que quizás querría saberlo.

- Ah, sí…sí, por supuesto. Es que me ha pillado usted con la mente en otra parte, disculpe. Dígame.

- Bueno, no se preocupe. Verá, su padre está teniendo recuerdos muy lúcidos estos días y ha preguntado varias veces por usted. Es increíble, pero nunca, en el tiempo que lleva aquí, se había acordado que tenía un hijo. Ojalá pueda venir mañana. Estamos preparando su fiesta de cumpleaños.

- Ah, genial. Haré todo lo posible por estar. Gracias por todo, de verdad.

- Gracias a usted, Ernesto. Un abrazo y que tenga buen día.

- Igualmente. Adiós.

Ernesto sigue caminando. Por un momento, trata de recordar cuando fue la última vez que visitó a su padre. De nuevo suena el móvil.

-¿Quién es?...Hola José Andrés. Buenas noticias, las acciones están subiendo y gozamos de liquidez. Sin duda será un año de beneficios. Además, tenemos capital de sobra para pagar nuestras amortizaciones antes de los vencimientos. Así que ve preparándote. Hay que celebrarlo.

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MICRORRELATO: "Corazonada"

martes, 27 de abril de 2010


Como de costumbre, Don Fernando sacó su chaqueta de los domingos, la sacudió, le pasó la escobilla y la colgó en el tendedero para que se aireara. Se la pondría después de almorzar siguiendo un ritual que repetía escrupulosamente desde hacía años. Lo primero era acomodarse bien su escaso pelo intentando camuflar lo más posible la calvicie. Para ello se valía de un peine de plástico marrón al cual le faltaban varias púas. Luego introduciría la quiniela en el bolsillo interior de la chaqueta y listo. Estaba preparado para ir a la asociación de vecinos y jugar su habitual partida de cartas, apostando lo mínimo. Ese día, como siempre, no ganó nada. Don Fernando abandonó la partida y se sentó cerca del televisor para terminar de ver el encuentro entre el Real Madrid y el Tenerife. En ese instante, se mostraban los resultados de los partidos finalizados. Don Fernando apuntó con discreción las casillas definitivas de la quiniela y se fue al baño. Allí, aislado de cotillas y alcahuetes, como los definía él, comprobó el número de aciertos que tenía. A medida que bajaba el dedo por la columna, la intensidad de los latidos iba incrementándose. No lo podía creer pero, salvo el pleno al quince que aún estaba por concretar, había dado en el clavo en los catorce encuentros. Y todo, sin dobles y triples apuestas. Eso ya era despilfarrar, opinaba Don Fernando. Se limpió el sudor de la frente con su pañuelo almidonado y volvió a la silla. Esperaba que su corazón no le fallara. Contra todo pronóstico, había puesto que el Tenerife ganaba, fuera de casa, al primero de la liga. El partido lo vio mordiéndose la lengua e intentando aparentar tranquilidad. Si iba a ser rico, no quería que ningún viejo aprovechado le incordiara. Se mantendría en el anonimato. “Minuto 89 y el resultado sigue como al comienzo. Un punto de oro para el Tenerife y un fracaso estrepitoso para el Real Madrid” –pudo escuchar entre el griterío de la sala. “¡Atención! ¡El árbitro decreta penalti a favor del Tenerife!” –continuó el locutor. Don Fernando sintió un calambre en las piernas. Le faltaba la saliva. El jugador del Tenerife cogió carrera para el lanzamiento y Don Fernando se puso de pie a duras penas, cerrando los puños. “¡Gol! ¡Gooooooooool!” –fue lo último que escuchó antes de marcharse sin decir adiós a nadie, propio de él. Los periódicos del lunes recogieron la noticia. “Un boleto sellado en Tenerife único acertante del pleno al quince con 2,4 millones de euros”. La foto del ganador aparecía en la página siguiente, junto al resto de desafortunados. Allí estaba Don Fernando con su chaqueta de los domingos. Al final el corazón sí le había fallado.
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MICRORRELATO: "Medidas estructurales"

jueves, 22 de abril de 2010


Todo empezó hace unos meses con Don Javier, padre de familia y trabajador infatigable de este negocio durante quince años. Hicimos de tripas corazón para comunicarle que prescindíamos de él. Luego vinieron otros recortes. La intención era quedarnos con lo estrictamente necesario. Aminoramos la producción, minimizamos hasta el límite los costes y, por supuesto, redujimos los salarios. Los trabajadores no tardaron en sublevarse pero no sucumbimos a sus presiones. Tras varios encuentros, logramos apaciguar los ánimos y continuamos con nuestra política de austeridad y optimización de recursos. Sin embargo, los beneficios empezaron a ser ridículos en comparación a lo que estábamos acostumbrados. Fue inevitable salir en busca de nuevos mercados. Ahora estamos empezando a reanudar el vuelo. A regañadientes hemos bajado los precios y nos hemos visto forzados a adulterar más la droga.
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MICRORRELATO: "Alumbramiento"

lunes, 19 de abril de 2010


Faltaban escasos segundos para que se cargara un archivo JPG almacenado en una tarjeta SDHC Ultra II de 8 GB conectada al PC mediante un cable USB cuando, inesperadamente, su CPU se fue al traste tras irse la luz. “¡Maldita sea!”-exclamó sacando con rabia la Blackberry del bolsillo con la intención de mandar un SMS a su jefe para comunicarle que no había podido enviar el documento. Su mujer tenía separados los ingredientes de un postre para introducirlos en la Thermomix pero ahora lo que quería era llegar a la despensa, donde creía tener una caja de cerillas y velas. Se le ocurrió que podía iluminarse con la pantalla de su móvil táctil COOKIE KP500 rosa. En cualquier caso, esperaba que la luz regresara pronto porque tenía unas ganas locas de ver con su marido una película AVI en el nuevo dispositivo Blue-Ray con HD preparado para HDMI. Comieron algo frío y se sentaron en el sillón. Luego vino el aburrimiento. En la vitrina, bajo el televisor Sony KDL-32BX300 estaban la Wii, la Play y la XBOX muertas de risa. Intentaron escuchar música en MP3 a través del iPOD pero tenían la lista a cero MB. Para colmo de males, la PDA se les había quedado sin batería. Fruto del desánimo, iniciaron una conversación sin ninguna importancia. Hacía tiempo que no estaban así, sin hacer nada. Hacía tiempo que no encendían las velas en el salón. El Cero Energético duró bastante. Nueve meses más tarde fue cuando llegó el alumbramiento. La llamaron Alicia.
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MICRORRELATO: "De regreso"

sábado, 17 de abril de 2010


“Abismo de Preikestolen, Noruega. 07-07-1929”, ponía sobre la foto con letras redondeadas y números perfectamente trazados, escritos con el detenimiento necesario para embellecer un álbum de familia. En la imagen aparecía él cuando era un niño, tumbado y mirando al infinito. Su nieto le acercó la foto y continuó observándola con sosiego. Sin esforzarse, le fueron viniendo a la memoria las sensaciones que tuvo antes de llegar al borde de aquel precipicio. Recordó el tacto frío de la tierra, el “no te preocupes, no tengas miedo” de su madre, la brisa, su padre sonriente, sujetándole los pies y, al final, sus ojos intentando abarcar un paisaje que jamás había imaginado. En ese momento, pensó que podía quedarse allí toda la vida. Tumbado ahora en una cama de hospital, a punto de morir, cerró los ojos y creyó estar de nuevo junto a sus padres, acercándose al abismo.

A mi amigo Juan Antonio Brito. (Gracias por la foto)
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MICRORRELATO: "Estrés"

martes, 13 de abril de 2010


Aquella noche había soñado una de esas historias que se confunden con la realidad. Era un sueño rarísimo y perturbador. Corría por una ciudad de interminables rascacielos mientras un dinosaurio hambriento lo perseguía con los ojos inyectados en sangre. Tropezaba una y otra vez con los escombros que había en las calles y se levantaba desorientado, esperando el fatídico momento en que entrara en las fauces de aquel bicho. Hizo esfuerzos por recordar, pero lo cierto es que en la historia había un intervalo difuso que no supo enlazar. De forma incoherente, aparecía maniatado, viendo como el dinosaurio acercaba su cabeza lentamente hacia su cuerpo. Sintió su aliento. Luchó por desatarse pero fueron esfuerzos en vano. Y cuando la mandíbula de aquel dinosaurio se iba a cerrar con él dentro, se despertó súbitamente, enderezando el busto como una catapulta. Estaba sudando. “Un domingo por la mañana y así lo desperdicio” –pensó mientras se presionaba levemente las pupilas. Para relajarse quiso leer algo. Se puso el albornoz, cogió un libro de relatos cortos de su biblioteca y se acomodó en el sofá. Al poco tiempo, había arrojado el libro al suelo, incrédulo y con gesto de desprecio. Hizo la maleta sin poner mucho asunto a lo que metía en ella y se fue a la playa. Solo. No quería saber nada ni de dinosaurios ni de cuentos de Augusto Monterroso.
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MICRORRELATO: "Clic"

sábado, 10 de abril de 2010


Gary Hill llegó a su casa de Texas tras la jornada laboral, como de costumbre, impregnando el ambiente de olor a gasolina. “Estos malditos horarios están acabando conmigo”, pensó, mientras se preparaba para la ducha. Las gotas que empezaron a caer sobre sus tensos músculos hicieron que se olvidara por un momento del duro día al frente de una empresa que odiaba. Se acordó que su mujer le había dicho que no la esperara despierto porque iría al cine con unas amigas. Cerró los ojos y dirigió su rostro hacia el chorro de agua caliente. En la ducha había encontrado la redención que necesitaba. “No, tomorrow never comes –empezó a cantar poniendo voz de Elvis. Now you tell me that you love me, oh, but tomorrow never comes”. Cuando llegó al dormitorio se dejó caer en la cama como un árbol talado y apagó la luz. Estaba muy cansado y sería cuestión de minutos que se quedara profundamente dormido. Sin embargo, Hill creyó escuchar un ruido que parecía provenir de la terraza. Abrió levemente uno de sus párpados y agudizó el oído, pero no volvió a escuchar nada. “Habrá sido cualquier estupidez”, se dijo para calmarse. Apoyó su cara en la almohada e intentó dormirse nuevamente. Después de unos segundos, ya no tenía duda. En la terraza había alguien. Hill había escuchado pasos y algunos ruidos extraños. Abrió la gaveta de la mesilla de noche, empuñó su viejo revolver y se dirigió sigilosamente a la terraza. Temblaba y no sabía si era por el frío o por el nerviosismo. Quizás, por las dos cosas. Llegó al umbral de la puerta que estaba semiabierta. Sus pupilas no se habían adaptado a la escasa luz, aún así, a través de la rendija, logró entrever un bulto del tamaño de una persona en medio del jardín. Notó como el corazón se precipitaba y apenas podía sostener el arma. “¡Quién está ahí!”, gritó lleno de pavor, ahora empuñando con las dos manos la pistola y apuntando a la misteriosa persona. Quiso encender la luz pero al no escuchar respuesta, sólo una cosa pasó por la imaginación de Hill. “¿Y si él es más rápido y me ataca antes?” Todo ocurrió en milésimas de tiempo. Tras un brusco movimiento que no supo interpretar, Hill encontró un valor inopinado y llevó hasta atrás el dedo que tintineaba sobre el gatillo. Con el ruido del disparo retumbando aún en sus tímpanos, dio varios pasos hacia atrás torpemente. Su mano llena de sudor golpeó varias veces la pared en busca del interruptor hasta que al final escuchó el ansiado “clic”. Para Hill la destrucción vino en forma de luz. La vio de espaldas, pero supo que era ella. Su mujer yacía en el césped y un hilillo de sangre avanzaba sobre un cartel en el que se podía leer: “Happy Birth…”
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MICRORRELATO: "Fugacidad"

lunes, 5 de abril de 2010


Con la ropa hecha jirones y el cabello apelmazado por los pegotes de pintura, iba por la calle cabizbajo, tapando los leves rayos del sol otoñal con una mano, mientras en la otra sostenía un trozo de pan. Sus pasos largos y destartalados lo guiaban en medio de la gente, haciendo caso omiso a las risas y comentarios que lo tachaban de loco. En su cabeza, el sufrimiento lo provocaba otro tipo de pensamientos. Un sinfín de ideas luchaban por abandonar su mente y hacerse tangibles, de la forma más exacta, en el mundo material. Aquella tarde, antes de llegar a su destino, se detuvo para observar el batir de las alas de varias palomas que bullían en la plaza. Imbuido en su contemplación, un impulso incontrolable hizo que se sentara, partió el pan que llevaba, extrajo toda su miga e hizo una bola con ella. Tras una serie de minuciosos pellizcos en la corteza, habían caído al suelo pequeñas virutas de pan que creía inservibles. Sus uñas empezaron a deslizarse sobre lo que quedaba de miga como si estuviera pelando la piel de una manzana. Después de varios minutos, aquellos dedos endiablados habían esculpido una diminuta paloma que parecía querer alzar el vuelo. La colocó en el borde del asiento y reanudó su camino sin mirar hacia atrás. Ese día, Miguel Ángel vio por fin concluido su trabajo en la Capilla Sixtina mientras, en el exterior de aquellas fastuosas paredes, un grupo de palomas devoraban una fugaz obra maestra.
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Génesis

miércoles, 24 de marzo de 2010


Desde hacía tiempo, se había dedicado a llevar una vida contemplativa y aburguesada. Ajeno al mundo exterior, se limitaba a dejar pasar el tiempo disfrutando de los placeres más primitivos. Sin embargo, un día, sin saber cómo, su situación dio un giro de ciento ochenta grados. Una fuerza instintiva hizo que saliera súbitamente de su letargo. Notaba como si todo se precipitara cuesta abajo. Sintió vértigo. La burbuja que lo había albergado, su fortaleza blindada, se había desmoronado y un torrente lo conducía, irrefrenablemente, a un lugar desconocido. Por primera vez, el frío se extendía sobre su piel. Aquel nuevo ambiente era hostil y desconcertante. Rompió a llorar. Atrás quedaba su anonimato en un paraíso a la medida. De repente, una serie de sonidos abemolados se dirigieron hacia él. No comprendía su significado, pero justo después de que su madre lo arropara y le dijera que lo quería, dejó de sentir frío. Ahora, no era él quien lloraba.
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Espacio

jueves, 18 de marzo de 2010


Cuando Víktor vio por fin su sueño cumplido, una sensación extraña recorrió su cuerpo. “¿No debería emocionarme?” –se dijo en medio de aquel inabarcable silencio. “¿Acaso no he pensado en esto más de mil veces? Y todos los sacrificios a los que me he sometido, ¿no debería reconocerlos hoy como meritorios?” Lo cierto es que en su cabeza sólo le rezongaba un pensamiento. “Qué cruel ironía” –dijo sin poder oírse. Ahora, a tanta distancia de ella, de la única mujer que creía haber amado, se daba cuenta que había sido un estúpido. Una triste sonrisa se dibujó tras la escafandra al recordar sus últimas palabras antes del anhelado viaje. “Creo que deberíamos acabar con esta relación. Necesito más libertad, más espacio”. La mirada de Víktor se dirigió hacia la minúscula Tierra. Desde allí se veía como una pequeña perla de color azul celeste revestida de blancos velos. En medio de la espesura negra, aquel planeta albergaba lo que más quería. Víktor, flotando por primera vez a escasos metros de la nave, sintió una infinita soledad.
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Tiempo

sábado, 6 de marzo de 2010


"El tiempo se pasa más rápido si no estás pendiente de él. ¡No mires tanto al reloj! -le decía constantemente su profesor durante sus tediosas clases. Seguramente, me costará envejecer trabajando aquí -pensó el relojero mientras mataba el tiempo rellenando un crucigrama.
 

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