Cuando Víktor vio por fin su sueño cumplido, una sensación extraña recorrió su cuerpo. “¿No debería emocionarme?” –se dijo en medio de aquel inabarcable silencio. “¿Acaso no he pensado en esto más de mil veces? Y todos los sacrificios a los que me he sometido, ¿no debería reconocerlos hoy como meritorios?” Lo cierto es que en su cabeza sólo le rezongaba un pensamiento. “Qué cruel ironía” –dijo sin poder oírse. Ahora, a tanta distancia de ella, de la única mujer que creía haber amado, se daba cuenta que había sido un estúpido. Una triste sonrisa se dibujó tras la escafandra al recordar sus últimas palabras antes del anhelado viaje. “Creo que deberíamos acabar con esta relación. Necesito más libertad, más espacio”. La mirada de Víktor se dirigió hacia la minúscula Tierra. Desde allí se veía como una pequeña perla de color azul celeste revestida de blancos velos. En medio de la espesura negra, aquel planeta albergaba lo que más quería. Víktor, flotando por primera vez a escasos metros de la nave, sintió una infinita soledad.
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2 comentarios:
Espléndido post !!!!!!!! Más libertad, más espacio... ¿no será menos egoismo lo que nos hace falta?
Gracias Efrén por ser el primero en acercarte al abismo,jeje. Efectivamente creo que a veces estamos excesivamente enfrascados en nosostros mismos. La vida tiene sentido cuando se da. 1 abrazo!!
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