Cuando el tribunal emitió el veredicto, todo el mundo intuyó que se había cometido el mayor fallo del planeta. El juez golpeó dos veces con su martillo sobre la base de madera y se levantó con la sospecha palpitando en la sien. De camino a la puerta, aquel juicio se había convertido en una procesión de Viernes Santo. Los acusados, entre muecas y burlas, abandonaban su jaula de cristal como pájaros atrofiados. Cambiar de nombre. Eso les bastaba para volver a ser legales.
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MICRORRELATOS
MICRORRELATO: "Fotomatón"
miércoles, 4 de mayo de 2011
Es mi turno. Entro y hago lo posible por ocultar mi identidad. Me siento. Una voz mecánica me pide que sonría. No le parece suficiente y me aconseja que dibuje mayor curvatura hasta llegar a la concavidad recomendada. Clic, clic, clic. Revelando, espere unos segundos –me dice la amable grabación. Salgo del habitáculo. Espero...Ahí están. ¡Vaya! Una sonrisa perfecta, una mirada radiante, un peinado impecable y un escote imponente. Solo una pega. No son mis fotos.
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