El microrrelatista llevaba tiempo tramando cómo hacer que las visitas a su blog se incrementaran considerablemente. Le bastó con una palabra.
Etiquetas:
MICRORRELATOS
MICRORRELATO: "Indemne"
viernes, 21 de enero de 2011
Jaime descolgó el teléfono.
- ¿Qué tal amigo? ¿Sabes quién soy? ¿Qué pasa? ¿Tan rápido te olvidas de los colegas? ¡Soy Eduardo!
Jaime repasó mentalmente a modo de flash su lista de amigos intentando familiarizarse con aquel tono de voz. Eduardo, Eduardo…el compañero de la mili, pensó.
- Hombreee, Eduardo, ¿cómo estás?
- Muy bien, muy bien, en la brecha. ¿Y tú, viejo granuja?
- Pues ahí vamos, tirando. Cuánto tiempo, ¿no?
- Sí, la verdad que han pasado algunos años desde la última vez que supimos el uno del otro pero estaba ordenando fotos antiguas, vi una donde estamos juntos y me dije, vamos a llamar a este sinvergüenza. ¿Tu mujer y tus hijos bien, verdad?
- Sí, sí, muy bien, gracias a Dios. ¿Y tú? ¿Ya eres padre?
- Bueno, veo que te acuerdas. Pues sí, ya soy padre. Me costó algo pero ya lo soy, sí.
- Ah, genial, muchas felicidades. ¿Y qué ha sido, niño o niña?
- (Jajaja) Me alegra que sigas conservando tu buen humor (jajaja).
-…
-¿Jaime?
- Sí, estoy, estoy.
- Bueno, no te quito más tiempo. Era solo para saludarte y saber que estabas bien.
- No, no te preocupes, me alegra escucharte de nuevo.
- Igualmente, compañero. Por cierto, te voy a escribir una carta y así te pongo mi nueva dirección, ¿de acuerdo?
- Ah, muy bien. Ya te escribiré yo también más detenidamente.
- Genial, vente un día, hombre, y así me ves vestido de cura.
-…
-¿Jaime? ¿Estás?
-…Sí, sí, estoy, estoy, es…la cobertura.
- Bueno, pues un abrazo, amigo.
- Otro para ti.
- Ciao.
- Adiós.
- ¿Qué tal amigo? ¿Sabes quién soy? ¿Qué pasa? ¿Tan rápido te olvidas de los colegas? ¡Soy Eduardo!
Jaime repasó mentalmente a modo de flash su lista de amigos intentando familiarizarse con aquel tono de voz. Eduardo, Eduardo…el compañero de la mili, pensó.
- Hombreee, Eduardo, ¿cómo estás?
- Muy bien, muy bien, en la brecha. ¿Y tú, viejo granuja?
- Pues ahí vamos, tirando. Cuánto tiempo, ¿no?
- Sí, la verdad que han pasado algunos años desde la última vez que supimos el uno del otro pero estaba ordenando fotos antiguas, vi una donde estamos juntos y me dije, vamos a llamar a este sinvergüenza. ¿Tu mujer y tus hijos bien, verdad?
- Sí, sí, muy bien, gracias a Dios. ¿Y tú? ¿Ya eres padre?
- Bueno, veo que te acuerdas. Pues sí, ya soy padre. Me costó algo pero ya lo soy, sí.
- Ah, genial, muchas felicidades. ¿Y qué ha sido, niño o niña?
- (Jajaja) Me alegra que sigas conservando tu buen humor (jajaja).
-…
-¿Jaime?
- Sí, estoy, estoy.
- Bueno, no te quito más tiempo. Era solo para saludarte y saber que estabas bien.
- No, no te preocupes, me alegra escucharte de nuevo.
- Igualmente, compañero. Por cierto, te voy a escribir una carta y así te pongo mi nueva dirección, ¿de acuerdo?
- Ah, muy bien. Ya te escribiré yo también más detenidamente.
- Genial, vente un día, hombre, y así me ves vestido de cura.
-…
-¿Jaime? ¿Estás?
-…Sí, sí, estoy, estoy, es…la cobertura.
- Bueno, pues un abrazo, amigo.
- Otro para ti.
- Ciao.
- Adiós.
Etiquetas:
MICRORRELATOS
MICRORRELATO: "La vuelta"
miércoles, 12 de enero de 2011
En el bar todos quedaron aturdidos cuando la vieron de nuevo. Hacía como dos años que no frecuentaba aquel mostrador de personajes cotidianos. Incluso, algunos la habían dado por muerta y ahora creían estar viendo una alucinación. Había entrado como de costumbre, tímidamente, apenas perceptible hasta llegar a la butaca. Fue en el momento de reposar su mejilla sobre la barra cuando adivinaron su presencia. Ese gesto les resultaba familiar. En el pasado lo habían visto repetir casi todos los días. El camarero, tras varios segundos petrificado, se dirigió hacia ella y la recibió con la alegría de antaño. Una vez dentro del bote, volvió a sonar el olvidado tañido de la campana.
Etiquetas:
MICRORRELATOS
MICRORRELATO: "Noche de perros"
martes, 4 de enero de 2011
He pasado una noche de perros. No dejaba de soñar con que era sepultado por infinidad de recibos pendientes de pago. Venían a mí como una bandada espesa de números afilados gritando: “¡culpable, ladrón, sinvergüenza!”, y cuando lograba zafarme de ellos, aparecía cosido al banquillo de acusados. Me he despertado sudando y la suite del Hotel Rose me ha devuelto a la tranquilizadora realidad. Luego, mientras tomaba el desayuno VIP en la cama, he estado pensando que quizás, últimamente, se me haya ido la mano con las dietas y los viajes de negocios. Sin embargo, odio que este aspecto insignificante en mi condición de político me robe el sueño. Bastantes problemas tengo ya como para estar preocupándome de las gaseosas que debo por ahí. Además, de todo esto se encarga mi fiel abogado, que para algo ha hecho un pacto con el diablo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)