Desde hacía tiempo, se había dedicado a llevar una vida contemplativa y aburguesada. Ajeno al mundo exterior, se limitaba a dejar pasar el tiempo disfrutando de los placeres más primitivos. Sin embargo, un día, sin saber cómo, su situación dio un giro de ciento ochenta grados. Una fuerza instintiva hizo que saliera súbitamente de su letargo. Notaba como si todo se precipitara cuesta abajo. Sintió vértigo. La burbuja que lo había albergado, su fortaleza blindada, se había desmoronado y un torrente lo conducía, irrefrenablemente, a un lugar desconocido. Por primera vez, el frío se extendía sobre su piel. Aquel nuevo ambiente era hostil y desconcertante. Rompió a llorar. Atrás quedaba su anonimato en un paraíso a la medida. De repente, una serie de sonidos abemolados se dirigieron hacia él. No comprendía su significado, pero justo después de que su madre lo arropara y le dijera que lo quería, dejó de sentir frío. Ahora, no era él quien lloraba.
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2 comentarios:
Muy bueno!!!
Me encanta!!! Y no es por ser tu mujercita...
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