Es mi turno. Entro y hago lo posible por ocultar mi identidad. Me siento. Una voz mecánica me pide que sonría. No le parece suficiente y me aconseja que dibuje mayor curvatura hasta llegar a la concavidad recomendada. Clic, clic, clic. Revelando, espere unos segundos –me dice la amable grabación. Salgo del habitáculo. Espero...Ahí están. ¡Vaya! Una sonrisa perfecta, una mirada radiante, un peinado impecable y un escote imponente. Solo una pega. No son mis fotos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario