En letra pequeña se podía leer en todas las agencias de viajes: “No nos responsabilizamos de los posibles percances sufridos a consecuencia de los innumerables conflictos armados, de la elevada contaminación y de la hostilidad con la que reciben al extranjero”. Era por ello, que la sonda Voyager deambulaba fuera de nuestro sistema solar con más pena que gloria.
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