Mientras observaba los videos más vistos de Youtube, su hijo había dejado de arrastrar el trenecito para clavar su mirada en la brillante pantalla. El padre clicó sobre el top 2 y vio a un elefante dibujando un autorretrato con la trompa. Luego, clicó en el top 1 y vio, a regañadientes, una despiadada matanza de focas. Apagó el ordenador y se dirigió a su hijo con la firme convicción de hacer de él una persona. Sin embargo, ya era tarde. Aquel renacuajo había decidido ser, para siempre, un elefante.
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