Los más optimistas estaban en lo cierto. Tanta incertidumbre, tanto miedo y desasosiego traerían, al fin, unos beneficios económicos más que suculentos para la isla. Después de varios meses de continuos temblores, evacuaciones y toneladas de CO2, el volcán encontró la tan ansiada fisura para liberar su magma. El tiempo les había dado la razón. Esbelto, joven y lleno de hermosura, se erigía sobre las aguas meridionales, un nuevo Carrefour.
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