El gran campeón de ajedrez lo vio claro. Era lo que pretendía desde que inició su letal estrategia. En su última partida, antes de retirarse, quiso enfrentarse a sí mismo. Las piezas guiadas por su mano dibujaron un camino magistral. Nadie, incluido su adversario, intuyó que se había dejado ganar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario