Me sorprendió su amor por las letras. Tan pequeñito y allí lo encontré, recorriendo lentamente las páginas de “El Quijote”, silueteando cada palabra y deteniéndose entre líneas, como si quisiera reflexionar las parábolas del ingenioso hidalgo. Tuve que hacer de tripas corazón para acabar con el bibliófilo intruso en mi colección de miniaturas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario